miércoles, 7 de marzo de 2018

La historia de amor del matrimonio que adoptó a seis hermanitos

Matías y Virginia están en pareja hace más de 12 años y se casaron en el 2016 cuando decidieron adoptar
Matías y Virginia están en pareja hace más de 12 años y se casaron en el 2016 cuando decidieron adoptar


La historia de Virginia, Matías y seis hermanitos tucumanos parece sacada del guión de una película, pero es real. Trágicas pérdidas y búsquedas frustradas que terminan con una gran historia de amor, hacen que esta familia se haga conocida.
Virginia es médica. Tiene 43 años y fue madre de dos chicos. El menor de ellos murió de leucemia hace 12 años. En medio de aquel tormento conoció a Matías, con quien tiempo después formó pareja y una familia.
En una charla con LA NACIÓN, fue Matías quien reconstruyó la historia mientras de fondo se escuchaba a alguno de sus hijos reírse, gritar y hasta pedirle el celular para jugar.
"Fuimos pareja y convivimos 10 años, pero no teníamos hijos juntos. Intentamos por inseminación, pero no pudimos. En 2016, finalmente decidimos adoptar", contó este hombre de 37 años, que tiene un criadero de cerdos para mantener a su familia. "Acá vegetariano es mala palabra", agregó entre risas.

Matías y Virginia están en pareja hace más de 12 años y se casaron en el 2016 cuando decidieron adoptar
Matías y Virginia están en pareja hace más de 12 años y se casaron en el 2016 cuando decidieron adoptar Crédito: Gentileza Virginia

Matías recuerda de memoria cada fecha como si se tratase de una lección: "Decidimos casarnos en mayo de 2016. Como ella es muy organizada, comenzamos los trámites para adoptar. En febrero de ese año fuimos al registro, nos anotamos y, luego de casarnos en mayo, fuimos de nuevo a insistir con el tema de la adopción. Ahí quedamos en lista de espera, como todos".
"Sin embargo, nosotros siempre estábamos llamando al registro y preguntando para mostrar interés porque hay mucha gente que se anota y no vuelve más hasta que lo llaman", dijo el padre de la familia, y agregó: "Al principio pusimos que no buscábamos bebes, sino chiquitos de hasta cinco años. Nos preguntaron si podíamos extender la edad para que fuera más fácil encontrar a alguien y dijimos que sí, hasta los ocho o diez años".

La primera vez que escucharon de los chicos

"Se hizo una laguna entre junio y septiembre de 2016 donde no había novedades de nada. En esos meses Virginia supo por una amiga que también estaba en el registro que había un grupo de hermanos para ser adoptados", hizo memoria Matías.
Pero diciembre llegaría con novedades. "Para fin de año sale una fecha para una postulación para adoptar dos hermanos y nosotros no sabíamos si eran de este grupo o no. Fuimos a la audiencia y cuando charlamos con el equipo de psicólogos y el juez nos dijeron que esos dos chicos sí eran parte de este grupo y que la nuestra era una terna para los dos del medio. Que había otra familia para los dos más chicos y que los dos más grandes iban a quedar en una familia que se había llevado los seis y los había devuelto porque no podía con todos".
Los hermanitos, cuyas identidades se preservan en esta nota, tenían 3, 5, 7, 8. 10 y 12 años al momento de ser adoptados y habían pasado años de situaciones traumáticas. "Ellos estaban hace dos años y medio institucionalizados. Nosotros sabemos lo que les pasó por lo que ellos mismos nos contaron. Sufrieron la situación de abandono de la madre. Primero se intentó reinsertarlos con ella, pero no se logró, es una madre que no podía", contó Matías. "Después de eso quedaron a la deriva y terminaron en una fábrica de ladrillos. Allí vivieron una situación de servidumbre, pero como alguien hizo la denuncia, la Justicia allanó el lugar y se llevó a los chicos. Por las edades, cuatro fueron al Hogar Eva Perón y los dos más chicos a la Sala Cuna. La madre nunca más apareció y el padre tampoco", agregó.
Una familia quiso llevarlos a los seis y, al poco tiempo, otra vez la desilusión de volver al sistema judicial. "Cuando pasó que los devolvieron, los psicólogos habían trabajado con los chicos para lograr que quisieran ser adoptados en dos grupos de tres, pero como no aparecía nadie, después pensaron en tres grupos de dos y ahí nos llaman a nosotros", dijo el padre.
Matías no juzga la actitud: "Era difícil para la gente llevarlos a los seis. Lo que retardaba las adopciones por separado era que el mayor de los hermanos, que ahora tiene 13 años, le pedía a la jueza que no los diera por separado, que esperara que apareciera alguien para adoptarlos a todos juntos. Le pedía que tengan fe porque él sabía que iba a aparecer alguien que los quisiera a los seis".

Un regalo de Navidad para todos

"En esa reunión del 17 de diciembre de 2016 nos dijeron que estaba la opción, si queríamos, de postularnos para adoptar a los seis juntos. Pero teníamos que contestar al día siguiente qué íbamos a hacer, si íbamos por los dos o por los seis", recordó el hombre, y detalló: "Al día siguiente, cuando fuimos, lo primero que nos preguntaron es qué queríamos hacer y dijimos que nos parecía que separar a los hermanos era un crimen. Que íbamos por los seis y la gente del registro se alegró porque no podían creer que apareciera alguien dispuesto a adoptar a todos los hermanitos".
Lo que siguió fueron gestiones contrarreloj porque los tribunales, ese año, entraban en feria el 20 de diciembre y si no se lograban firmar todos los papeles iban a tener que esperar hasta febrero. Ni siquiera iban a poder conocer a los chicos hasta que volviera a funcionar la Justicia.

El momento de conocerlos

Ahí, la Justicia no fue lenta. "Se expidieron pronto. Mientras íbamos a conocer a los dos más chicos, ellos iban firmando los papeles para que nos den permiso de entrar y sacarlos. Los primeros que conocimos fueron a los dos más chiquitos. Jamás los habíamos visto antes, los elegimos ciegos porque lo creíamos así. Vino la cigüeña con seis", dijo orgulloso Matías y definió ese primer encuentro con sus hijos, como "electrizante".
"Fue con mucho vértigo por los cortos plazos. Primero conocimos a los dos más chicos de 3 y 5 años. Con ellos jugamos en una habitación y de inmediato se acercaron a mí porque en la Sala Cuna casi todas son mujeres. Estuvimos como una hora y ahí nos dijeron que la jueza ya había librado un oficio para que los lleváramos y que ellos iban a preparar las mochilas y la ropa de los chiquitos para que se fueran con nosotros", contó Matías. "Mientras ellos hacían eso, nos fuimos al otro hogar, para conocer a los cuatro más grandes. Ahí tomamos una gaseosa entre todos y la química, esa chispa, surgió desde el momento cero. La única frase que me salió es `preparamos las cosas y vamos a la casa`. Respondieron al unísono que `sí`".
El matrimonio recordó que ellos tenían preparada la casa para recibir a dos chicos, no seis, así que ese día también salieron a buscar colchones y "reventar la tarjeta" para recibirlos. Esa primera noche, armamos un campamento gigante en el living", recordó emocionado Matías, 14 meses después del día que cambió sus vidas.
"De tener una Navidad pensada para cuatro o cinco personas, pasamos a tener una mesa con 17 ". Ningún miembro de la familia quiso perderse aquella Nochebuena.

Los desafíos que enfrentan en equipo

En 2017, con pocos meses juntos, llegó el momento de la escuela. "Si bien ellos recibieron algo de educación, por la vida que tuvieron eran casi analfabetos. Al de 10 le tuvimos que enseñar a leer y escribir. Había cositas que corregir que no eran culpa de ellos y nos pusimos a trabajar entre todos para eso", contó Matías. Esta semana arrancaron el segundo año de colegio.
"Uno a la fonoaudióloga, otro al gabinete psicopedagógico, otros con maestra particular", enumeró el padre sobre las actividades de cada uno, y agregó: "Gracias a Dios salen adelante porque ellos le pusieron muchísimas ganas a pesar de todo lo que vivieron. No son conformistas, quieren progresar, no son rebeldes. Están saliendo adelante con mucho esfuerzo", remarca orgulloso el papá.
Los nervios y miedos aún no se calmaron del todo para este matrimonio. Ellos tienen la guarda legal y están afrontando el proceso de la adopción plena. "Creemos que ya estamos en la recta final para la sentencia, que suele tardar. Nosotros ya estamos con todas las de la ley. Ellos sabían cuál es su apellido, pero ahora nos piden tener el nuestro. Les explicamos que aún no se puede", explicó Matías.
Ante la pregunta de si, en algún momento, se arrepintieron de la decisión, el hombre aseguró: "No, pero elaborarlo no es fácil. No es que nos juntamos y somos la familia Ingalls. No es un hijo que te nace. Acá él te tiene que aceptar a vos. Siempre les decimos que son ellos los que tienen que aceptarnos... o no. Pero gracias a Dios estamos recontra unidos y nos tratamos como padres e hijos. Son muy dados y agradecidos. La vida nos cambió un 100% a todos".

Para cerrar la extensa charla se le preguntó qué sintieron la primera vez que les dijeron papá y mamá. "No puedo sentir el shock de cuando me dijeron papá porque no fue su primera palabra. Al principio nos llamaban Matías y Virginia, después seño y profe, pero cuando volvimos de un viaje que hicimos juntos comenzaron a llamarnos papá y mamá y con mi esposa dijimos '¡Sí nos quieren!'".
Fuente: Diario La Nacion

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