De las 7 mil millones de personas que hay en el mundo, más de mil millones padece alguna forma de discapacidad. Unos 100 millones de discapacitados son niños, una estimación que hay que tomar con prudencia y no usar para comparar porque las estadísticas todavía adolecen de deficiencias. El 80 por ciento de las personas con discapacidad viven en los países en desarrollo y el 50 por ciento de ellas no tienen acceso a la salud, advierte la Organización de Naciones Unidas.
En el último Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que desde 1992 se conmemora todos los 3 de diciembre, se resaltó el contenido de la Convención sobre los derechos de las Personas con discapacidad, considerando a esta como un concepto evolutivo “resultado de la interacción de las personas con disfunciones y de problemas de actitud y de entorno que socavan su participación en la sociedad”.
Para debatir sobre estos temas se realizó en Córdoba la Primera Jornada de Actualización Profesional Infancia y Discapacidad, Dialogando entre Disciplinas (Diedi), el 18 de noviembre en el Hotel Sheraton. El objetivo fue reflexionar sobre los aprendizajes y desafíos de la discapacidad en los ámbitos familiares, sociales e institucionales.
Los especialistas destacaron la importancia de trabajar en forma interdisciplinaria para promover la convivencia del niño con discapacidad en los contextos donde se desenvuelve. Insistieron especialmente en la importancia de facilitar la alfabetización, entendida como la capacidad para utilizar la lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones de la vida diaria.
La alfabetización tiene una influencia determinante en la autonomía. Asimismo, Constancia Stiefel, coordinadora general del área de rehabilitación y responsable de las Evaluaciones Neurocognitivas en el Centro de Asistencia y Rehabilitación (Cein), destacó que “ayuda a desempeñarse en la vida social, cívica y productiva como ciudadano, como trabajador y también favorece los roles en la familia y la comunidad”. Y añadió que “promueve el potencial cognitivo y la capacidad de reflexionar, pensar y crear”.
Para la especialista, quien también es supervisora y formadora en el Colegio de Psicopedagogos de Córdoba, la discapacidad es una construcción social entre la sociedad y el sujeto. “La deficiencia no causa discapacidad, sino que esta depende de las barreras que la sociedad construya, por lo cual se debe trabajar en la equiparación de oportunidades”, dijo.
Las personas con algún déficit o vulnerabilidad (sensorial, cognitiva, social, educativa) tienen un riesgo aumentado de convivir con el analfabetismo. Este es un factor discapacitante para cumplir las funciones de la vida adulta, como trabajar, formar y cuidar de una familia, insertarse de manera productiva en la sociedad y acceder al conocimiento. En el encuentro enfatizaron que la adquisición de la lectoescritura es un derecho humano inalienable, debido al carácter capacitador de las habilidades que involucra. Indicaron, además, que con la estimulación especializada y la enseñanza explícita en conciencia fonológica desde el preescolar, se previenen significativamente los problemas de lectoescritura.
“Los porcentajes más altos de analfabetismo se registran en las personas con dificultades cognitivas. En algunos países es tres veces mayor que en la población en general y los más susceptibles son quienes viven en contextos socioeconómicos vulnerables, como hijos con padres con analfabetismo o con dificultades en el desarrollo”, señaló Stiefel.
El analfabetismo también impacta en otras dimensiones de la vida, como la personal, la social y familiar. En lo personal –señaló la psicopedagoga–, el efecto está vinculado al autocuidado y la salud sexual y reproductiva. En la esfera de la vida familiar, está asociado a la salud, higiene y cuidado y nutrición de los hijos, particularmente en el período el desarrollo.
En el aspecto educativo, está relacionado con las dificultades para avanzar en otras áreas del conocimiento y en la educación sistemática y no sistemática.
En la parte laboral, además está asociada a las limitaciones en el acceso al trabajo, inestabilidad, precariedad en calidad y remuneración.
La discapacidad es una condición que tiene una persona en un momento sociocultural dado y cada sociedad elabora un concepto sobre ella, que puede o no generar efectos en su propia subjetividad, en su contexto familiar o en las relaciones sociales que las personas construyen.
“Si un estado ‘discapacitante’ no generó efectos, entonces el niño no genera una intervención. De lo que se trata entonces es de contribuir para que ese ser pueda seguir con esto en su vida”, propuso Marcelo Rocha, psicólogo de la Fundación Estar Eduardo Schwank de Rosario.
Rocha prefiere hablar de convivencia social e institucional antes que de inclusión o integración y subrayó que es clave para construir lazos saludables. Reconoció una inquietud por el hecho de que los niños con discapacidad no puedan transitar espacios sociales en los que construir relaciones significativas.
El profesional consideró que se trata de evitar el “diagnóstico estigmatizante de la primera infancia, pues los niños tengan o no discapacidad son ante todo seres que habitan el mundo, a su modo, desde sus deseos y posibilidades”,
Claudia Sánchez, licenciada en Fonoaudiología e integrante del Grupo Ébano, que está formado por profesionales de distintas áreas de conocimiento y desarrolla soluciones para la integración de las personas con discapacidad, fue optimista con respecto a la situación actual y consideró: “Como comunidad, estamos más abiertos a la inclusión de personas con diferentes características. La diversidad hoy no nos asusta”.
FUENTE: LA VOZ.COM.AR
En el último Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que desde 1992 se conmemora todos los 3 de diciembre, se resaltó el contenido de la Convención sobre los derechos de las Personas con discapacidad, considerando a esta como un concepto evolutivo “resultado de la interacción de las personas con disfunciones y de problemas de actitud y de entorno que socavan su participación en la sociedad”.
Para debatir sobre estos temas se realizó en Córdoba la Primera Jornada de Actualización Profesional Infancia y Discapacidad, Dialogando entre Disciplinas (Diedi), el 18 de noviembre en el Hotel Sheraton. El objetivo fue reflexionar sobre los aprendizajes y desafíos de la discapacidad en los ámbitos familiares, sociales e institucionales.
Los especialistas destacaron la importancia de trabajar en forma interdisciplinaria para promover la convivencia del niño con discapacidad en los contextos donde se desenvuelve. Insistieron especialmente en la importancia de facilitar la alfabetización, entendida como la capacidad para utilizar la lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones de la vida diaria.
La alfabetización tiene una influencia determinante en la autonomía. Asimismo, Constancia Stiefel, coordinadora general del área de rehabilitación y responsable de las Evaluaciones Neurocognitivas en el Centro de Asistencia y Rehabilitación (Cein), destacó que “ayuda a desempeñarse en la vida social, cívica y productiva como ciudadano, como trabajador y también favorece los roles en la familia y la comunidad”. Y añadió que “promueve el potencial cognitivo y la capacidad de reflexionar, pensar y crear”.
Para la especialista, quien también es supervisora y formadora en el Colegio de Psicopedagogos de Córdoba, la discapacidad es una construcción social entre la sociedad y el sujeto. “La deficiencia no causa discapacidad, sino que esta depende de las barreras que la sociedad construya, por lo cual se debe trabajar en la equiparación de oportunidades”, dijo.
Las personas con algún déficit o vulnerabilidad (sensorial, cognitiva, social, educativa) tienen un riesgo aumentado de convivir con el analfabetismo. Este es un factor discapacitante para cumplir las funciones de la vida adulta, como trabajar, formar y cuidar de una familia, insertarse de manera productiva en la sociedad y acceder al conocimiento. En el encuentro enfatizaron que la adquisición de la lectoescritura es un derecho humano inalienable, debido al carácter capacitador de las habilidades que involucra. Indicaron, además, que con la estimulación especializada y la enseñanza explícita en conciencia fonológica desde el preescolar, se previenen significativamente los problemas de lectoescritura.
“Los porcentajes más altos de analfabetismo se registran en las personas con dificultades cognitivas. En algunos países es tres veces mayor que en la población en general y los más susceptibles son quienes viven en contextos socioeconómicos vulnerables, como hijos con padres con analfabetismo o con dificultades en el desarrollo”, señaló Stiefel.
El analfabetismo también impacta en otras dimensiones de la vida, como la personal, la social y familiar. En lo personal –señaló la psicopedagoga–, el efecto está vinculado al autocuidado y la salud sexual y reproductiva. En la esfera de la vida familiar, está asociado a la salud, higiene y cuidado y nutrición de los hijos, particularmente en el período el desarrollo.
En el aspecto educativo, está relacionado con las dificultades para avanzar en otras áreas del conocimiento y en la educación sistemática y no sistemática.
En la parte laboral, además está asociada a las limitaciones en el acceso al trabajo, inestabilidad, precariedad en calidad y remuneración.
La discapacidad es una condición que tiene una persona en un momento sociocultural dado y cada sociedad elabora un concepto sobre ella, que puede o no generar efectos en su propia subjetividad, en su contexto familiar o en las relaciones sociales que las personas construyen.
“Si un estado ‘discapacitante’ no generó efectos, entonces el niño no genera una intervención. De lo que se trata entonces es de contribuir para que ese ser pueda seguir con esto en su vida”, propuso Marcelo Rocha, psicólogo de la Fundación Estar Eduardo Schwank de Rosario.
Rocha prefiere hablar de convivencia social e institucional antes que de inclusión o integración y subrayó que es clave para construir lazos saludables. Reconoció una inquietud por el hecho de que los niños con discapacidad no puedan transitar espacios sociales en los que construir relaciones significativas.
El profesional consideró que se trata de evitar el “diagnóstico estigmatizante de la primera infancia, pues los niños tengan o no discapacidad son ante todo seres que habitan el mundo, a su modo, desde sus deseos y posibilidades”,
Claudia Sánchez, licenciada en Fonoaudiología e integrante del Grupo Ébano, que está formado por profesionales de distintas áreas de conocimiento y desarrolla soluciones para la integración de las personas con discapacidad, fue optimista con respecto a la situación actual y consideró: “Como comunidad, estamos más abiertos a la inclusión de personas con diferentes características. La diversidad hoy no nos asusta”.
FUENTE: LA VOZ.COM.AR
No hay comentarios:
Publicar un comentario