REFLEXIÓN SOBRE EL CASO DE JONATHAN BRYAN. La mamá de Jonathan tuvo un grave accidente automovilisto cuando estaba embarazada, lo que generó que su hijo naciera con parálisis cerebral, no pudiera hablar ni caminar, dependiera de diálisis y de oxigene permanente. Asimismo se le informó que tenía profundos y múltiples problemas de aprendizajes. Los centros educativos terapéuticos lo rechazaron argumentando que sería un caso perdido. La realidad es que muchos de estos niños tienen un gran potencial para aprender, y el compromiso debe ser de la familia, apoyándolo, estimulándolo a que crean en si mismo, no imponíéndole limitaciones sino aplaudiendo sus desafios. El hecho que Jonathan pudiera aprender a comunicarse es porque los padres estuvieron ahí, se interiorizaron, se informaron de las herramientas y no bajaron nunca los brazos. Pudieron lograr lo que los centros de atención daban como "caso perdido". Algunas veces los profesionales pierden el foco de atención en cómo debieran ser los tratamientos de estos niños y de otros diagnósticos, y terminan generando dependencias cuando en realidad debieran estar formando capacidades y autonomías. A veces no se valora el significado del pequeño logro, lo que estos niños de a poco pudieran ir dando con esfuerzo y sacrificio, pero al mismo tiempo la gran alegría que conduce en el autoestima para seguir sumando. Lo peor que puede suceder es el estancamiento en la relación de enseñanza aprendizaje, es allí donde los padres deben replantear como seguir púes la falta de estímulo será un tiempo perdido que no se recuperará más, y una erogación innecesaria hacia ese servicio. Por supuesto que los papás no deben convertirse en terapeutas sino en los motores que impulsen el desarrollo de sus hijos, ir de a poco sacando esas rueditas para que aprendan a pedalear en la vida, sabiendo que se caerán pero levantarán más fuerte. Informarse sobre los tratamientos que las instituciones brindan, si ponen rueditas y nunca la sacan, si lo dejan sentado al lado del camino o si en cambio van a la par de la familia y el niño alentándolos a usar los pedales de la vida.
Lo que si creo es que muchos de estos niños pueden tener un gran amor y potencial para superar sus obstáculos, para enorgullecer a sus familias con sus logros diarios, para contar sus propias historias, es solo cuestión de depositar en ellos la mayor confianza y trabajar como un equipo junto a estos niños, para que puedan seguir soñando como hoy lo hace Jonathan Bryan!.
Dr. Juan Manuel Posse
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