domingo, 23 de agosto de 2015

CUANDO LAS GANAS DE HACER SE TRANSFORMAN EN CAPACIDAD

FUENTE: http://www.lagaceta.com.ar/nota/650670/sociedad/estaba-decidido-miedo-nunca-me-iba-frenar.html
SERGIO ALBORNOZ

“Estaba decidido: el miedo nunca me iba a frenar”

A pesar de no contar con sus piernas, Sergio Albornoz llega andando a trabajar. La alegría de poder reemplazar la pensión por un salario.
 
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YO PUEDO. Sergio dejó claro que no quería que adaptaran el baño, así como se niega a usar silla de ruedas. LA GACETA /Foto de Florencia Zurita  |  Ampliar  (1 de 2 fotos)
Claudia Nicolini
LA GACETA

“Si todos nuestros vendedores tuvieran sus ganas, no nos pararía nadie”, aseguraEmilio Pallotto, socio gerente de Tecnopor, una de las empresas tucumanas que se sumó al proyecto MIL (Mesa de Integración Laboral para Personas con Discapacidad), que impulsan actores públicos y privados de la provincia. Y no los pararía nadie porque el lema de Sergio Albornoz (28) es “yo puedo”.

Sergio llegó a la empresa el año pasado, como parte del MIL. “Vino por un día, y en un rato se había acomodado. Aprendía con una velocidad y un empeño increíbles”, cuenta Emilio.

“Hasta entonces, tenía un quiosco -lo atendía sólo yo- y cobraba mi pensión; pero no es lo mismo. Mi sueño más grande era poder trabajar”, añade Sergio, de cuya cara casi nunca se borra la sonrisa, y acepta contar una síntesis de su historia: le faltan desde que nació sus piernas y dos dedos de la mano derecha. Eso no le impidió ir a la escuela, terminar la secundaria e inscribirse en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) para estudiar Ingeniería en Sistemas. “Cuando estaba por entrar a jardín, a los 3 o 4 años, me mandaron a un psicólogo. Poco después me negué a seguir yendo. Y desde entonces para todo lo que hago quiero ser autónomo; no depender de nada ni de nadie”, asegura. Ese primer “acto de rebeldía” marcó la tendencia: “yo puedo”.

Seguro de sí

No sabe muy bien cómo fue que construyó esa certeza de que puede salir adelante por sus propios medios. Recuerda, sí, la actitud de sus padres como paradójica: “mi madre me estimulaba, pero al mismo tiempo se empeñó en que me hicieran un andador como el de los viejitos, pero para mi altura. No lo soportaba: apenas llegaba a mi casa lo abandonaba. Cuando terminé el colegio y empecé la Facultad lo eliminé de mi vida”, cuenta y asegura que eso fue posible gracias a la paradoja de su papá. “Él me sobreprotegía, pero cuando me resistí al andador fue quien me apoyó”, reconoce Sergio. Tampoco recuerda haber sido maltratado por otros chicos, ni en la infancia ni en la adolescencia.


“No me molestan las miradas; o sí: me duelen las de los niños. Porque ellos miran sin prejuicios, pero los adultos no pueden dar razones sin avergonzarse”, dice y entonces sí, por un momento, se entristece. Pero sigue adelante, como hizo siempre.

“Estaba decidido: el miedo nunca me iba a frenar”, asegura. Así fue como cursó unos años de Ingeniería, pero eso no prosperó. Y nada tuvo que ver en ello su discapacidad, porque Sergio no tiene problema alguno para subir escaleras, treparse a un colectivo y desplazarse por las veredas sin ayuda alguna (¡no quiere ni oír hablar de silla de ruedas!). Lo que sucedió en la UTN, sencillamente, fue que se aburría.

También intentó Comunicación, pero se aburrió “el doble”. Mientras tanto se enamoró y se casó. Hoy tiene dos hijos: un varón de 4 y una beba de casi 1.

El sueño se cumple

Cuando el año pasado la experiencia de trabajar un día por el proyecto MIL terminó, en Tecnopor decidieron proponerle a Sergio que se quedara un tiempo, de prueba. “Aunque estábamos más que dispuestos, teníamos un poco de miedo”, reconoce Emilio. “No sabíamos qué esperar, ni cómo reaccionarían los clientes... ¿Sabés lo que descubrimos? Que los discapacitados somos nosotros; los que no nos adaptamos a la realidad somos nosotros”, añade y cuenta que le hicieron un sinfín de propuestas: adaptar el baño, conseguirle una silla especial, que no tuviera que subir la escalera... A todo Sergio respondió “yo puedo”: “no me gusta andar pidiendo” -dice en uno de los pocos momentos en los que la sonrisa se borra de su cara-. No me gusta la gente que ‘usa’ la discapacidad para conseguir privilegios”.

Sus compañeros por fin lo entendieron: “a los dos meses dejaron de ofrecerle ayuda para todo; y él funciona en la empresa como un empleado más”, asegura Emilio y enumera: “atiende clientes, maneja cuentas, impulsa cobranzas... la computadora la manejaba ya perfectamente antes de llegar; escribe con sus dos dedos de la mano derecha; la izquierda es para el mouse...”.

La satisfacción de Emilio -asegura que reeditaría una experiencia así sin dudarlo- también se observa en Sergio: afirma que la experiencia de trabajar en la empresa es “maravillosa” y que, aunque no son amigos -“esa es una palabra muy fuerte”-, los otros empleados no son simples compañeros de trabajo.

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Sergio se despide, baja de la silla de la oficina del gerente, donde tuvo lugar la entrevista, y se dirige a la suya como siempre: sobre sus dos zapatillas y con el apoyo -en el suelo- de su mano izquierda. Nadie lo mira; es lo que pasa con naturalidad todos los días. Y aunque él no haya movido los labios, el “yo puedo” siguió -y sigue- sonando en Tecnopor, como un eco y como un ejemplo.

Mitos y prejuicios sobre las personas con discapacidad, según el portal de empleo inclúyeme

• “Son poco productivos”: los trabajadores con discapacidad pueden ser muy eficaces y eficientes si el proceso de búsqueda y selección de fue adecuado.

• “La empresa tiene problemas de accesibilidad”: no todos los tipos de discapacidad requieren que se adapte el entorno físico.

• “El entorno de la empresa puede ser peligroso”: si es peligroso, lo es para todos los trabajadores. Se deberán arbitrar medidas para trabajar en un entorno seguro.

• “Faltan mucho porque se enferman”: una persona con discapacidad puede enfermarse como cualquier otra persona.

• “Dudo de que lo acepten”: estudios demuestran que incorporar una persona con discapacidad mejora el clima laboral.

Beneficios impositivos de contratar personas con discapacidad en argentina

• Deducción del 70% del impuesto a las ganancias o sobre los capitales.

• Si se contrata trabajadores con discapacidad por tiempo indeterminado, exención del 50% de las contribuciones patronales por un año.

• Exención del 33% en contribuciones a la seguridad social por 12 meses cuando la incorporación produzca un incremento neto en una planta de hasta 80 trabajadores. En caso de que se trate un beneficiario del programa Jefe o Jefa de Hogar, la exención será del 50%.


Datos del Indec sobre discapacidad

- 20,6 % de los hogares argentinos alberga al menos una persona con discapacidad.
- 75 % de las personas con discapacidad carece de empleo.
- 43,9% son jefes de hogar.
- 38,4 % no tiene cobertura médica.

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