Mediante una metodología innovadora, María Angélica Chavez logró que más chicos con esa condición puedan terminar la primaria
A un chico con dislexia hay que buscarle caminos alternativos para que aprenda, porque lo puede lograr, pero de otra forma", asegura María Angélica Chavez, quien además de ser docente es madre de un varón con esa condición.
Ésa fue la razón que la llevó a crear un innovador método de enseñanza "verdaderamente inclusivo" para trabajar con niños y niñas con dislexia y tratar así una de los principales causantes del fracaso escolar. "Hay que dejar en claro que no es una enfermedad, es simplemente un trastorno del aprendizaje, una dificultad para aprender a leer y escribir", advierte Chavez.
El " Proyecto EMI: Dislexia y Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA)" es una iniciativa que se implementa en la Escuela N°330 Eudoro Avellaneda, de Los Ralos, una localidad tucumana ubicada a 42 km de San Miguel, a la que asisten 670 alumnos, donde Chavez es directora. Busca lograr una trayectoria educativa exitosa para los chicos y las chicas en nivel primario que tienen esta condición, a través de estrategias metodológicas diferenciadas, pero a la par del resto de sus compañeros.
En Eudoro, los estudiantes con y sin dislexia comparten las mismas clases y avanzan codo a codo, ya que modificaron el tiempo estándar de la unidad pedagógica para que todos puedan aprender determinadas competencias. "En una escuela tradicional el alumno debe aprender a leer y escribir bien de primero a segundo. Nosotros pausamos esa exigencia a tercero, porque tienen otro tiempo de aprendizaje. En vez de tres etapas, nuestro primario tiene dos. Aprenden lo mismo, de forma más lenta, pero sin pausa", sostiene la directora.
Con esta metodología, no solo lograron reducir la repitencia a cero, evitando desanimar a los alumnos con esta condición, sino que también los estudiantes sin dislexia naturalicen la dificultad de sus compañeros, con los que realizan la mayoría de las actividades de forma inclusiva.
Según la organización social Dislexia y Familia (Disfam), con sede en Argentina, Colombia, República Dominicana y México, entre el 10 y el 12% de la población mundial tienen dislexia. "El 90% de las personas se enteran demasiado tarde que son disléxicos, porque no se les hace un diagnóstico temprano ni en las escuelas ni en sus casas y el sistema educativo los termina marginando", indica Gustavo Rafael Abichacra, pediatra y presidente de Disfam Argentina. Como es el caso de Zoé Moreno Jimenez, que acaba de empezar el secundario y remarca orgullosa: "De la escuela primaria me fui sabiendo que ayudé a mis amigos a pasar conmigo a la siguiente etapa".
María Angélica reconoce que no conocía la dislexia hasta que, en 2007, a su hijo Emiliano, que entonces tenía 10 años, se la diagnosticaron. "Le costaba muchísimo aprender y escribía todo de recorrido, sin separar las palabras. Sus maestros del primario me dijeron: Debe tener un retraso madurativo, porque no entiende nada. Y al final no era así", cuenta Chavez.
Finalmente, fue una fonoaudióloga quien le explicó cuál era su condición. "No tenía ni idea qué significaba. Hace 20 años que era docente y ni siquiera conocía la palabra", confiesa. Queriendo ayudar a su hijo, Chavez y su marido, también profesor, comenzaron a investigar y estudiar sobre la problemática a través de Internet e investigaciones académicas. Fue Emiliano cuyo apodo "Emi" está homenajeado en el nombre de la iniciativa- el que impulsó a su madre a desarrollar el proyecto.
"A mí me surgió la necesidad de saber cómo hacer para que entienda y asimile nuevos conocimientos. A través de él armé la investigación educativa y desarrollé la metodología que luego usaría en Los Ralos. Fue un poco mi conejillo de indias", recuerda entre risas.
Mientras seguía desarrollando su proyecto, en 2014 fue nombrada directora en la Escuela Eudoro Avellaneda y se encontró con un escenario que no le era ajeno. Un 10% de sus alumnos presentaban serias dificultades para leer, hablar y escribir. Inmediatamente dedujo que podría haber muchos casos de dislexia y DEA, por lo que decidió trabajar en forma articulado con el Hospital de Los Ralos para poner en marcha el proyecto.
"Comenzamos a hacer diagnósticos, tratamiento y rehabilitación, enfocándonos en la fonología, psicología y kinesiología. Mientras más temprano se haga todo, más fácil será su adaptación", destaca la directora del hospital, Alejandra Trejo.
Investigando y probando, María Angélica descubrió que para que un niño con dislexia pueda aprender lo mismos conocimientos que un alumno que no presenta ese trastorno, deben focalizarse en los sentidos. Para eso, decidieron pintar las aulas de diferentes colores, además de elegir específicamente otros para los afiches según la materia: verde para ciencias naturales, celeste para historia, entre otros. Además, desarrollaron diferentes talleres artísticos para trabajar la mayor cantidad de áreas posibles.
"Si un niño no puede leer de corrido, enseñémosle cantando o rimando. Si no sabe diferenciar izquierda o derecha, expliquémoselo bailando. ¿No tiene confianza en sí mismo para hablar en voz alta? Que participe en la radio escolar Eudorito. Es cuestión de encontrar la alternativa", explica la directora.
La Ley de Dislexia (27.306) fue reglamentada en 2018 y garantiza el derecho a la educación de las personas con DEA, además de estar incluida dentro del Programa Médico Obligatorio (PMO). Sin embargo, María Angélica asegura que Eudoro es de las pocas escuelas que la implementan. "Existe una actitud errónea de parte de algunas autoridades. Si uno la aplica, te felicitan. Pero si otro no, prefieren hacer la vista gorda. Lamentablemente también existe resistencia de parte de varios docentes, que prefieren evitar el esfuerzo extra", opina.
Entre los próximos objetivos del proyecto que el año pasado fue uno de los ganadores del Premio Comunidad a la Educación- está formar una fundación y difundir su metodología por otras escuelas a nivel provincial y nacional. "Que se siga expandiendo y que la sociedad tome conciencia sobre cómo tratar la dislexia, para que más chicos tengan las mismas posibilidades que mis alumnos y Emiliano", concluye María Angélica, cuyo hijo está por comenzar el segundo año de medicina en la universidad.
10 señales para identificar la dislexia
- Lectura lenta, silabeo, vacilaciones y pérdida o repeticiones de línea.
- Dificultad en el deletreo.
- Dificultad en la lectura de palabras desconocidas.
- Problemas de escritura, mala letra (disgrafía), errores ortográficos (disortografía) y mala redacción.
- Escasa comprensión lectora.
- Gran dificultad para el aprendizaje de lengua extranjeras, sobretodo en aspectos escritos, lectores y gramaticales.
- Problemas asociados al aprendizaje de las matemáticas, tablas de multiplicar, series, comprensión de problemas.
- Puede tener dificultad para retener datos a corto plazo y trabajar con ellos.
- Falta de correspondencia entre el tiempo dedicado a los estudios y los resultados académicos.
- Puede presentar conductas disruptivas causada por la frustración, baja autoestima, ansiedad y/o depresión.
- Fuente: La Nacion