El rol del docente de apoyo a la integración escolar.
Al desconcierto de la denominación que se le da (docente integrador, maestro inclusivo, maestro de apoyo) se suma el de la práctica profesional, los alcances y limitaciones de la construcción de este rol. Es por ello que surgen varias preguntas cuando pensamos y hablamos acerca del rol del maestro integrador: ¿Cómo lo hace?, ¿Cuándo lo hace?, ¿Se dirige a todos los chicos o solo al que está integrando?, ¿Se sienta con él o en otro lugar?, ¿Realiza adaptaciones comunicativas?, ¿Hace las adecuaciones de contenido?, ¿Diseña evaluaciones adaptadas?, ¿Qué materiales utiliza?, ¿Estos materiales distraen al resto del grupo?
También existen ciertas impresiones o dudas en docentes y padres acerca del vínculo que se establece entre el docente integrador y el niño. Pueden llegar a observar que este actúa en el día a día a modo de “bastón” o “sombra” del niño, lo que los llevaría a pensar en una pareja (niño – integradora) como una isla dentro de la escuela. De allí que surja la pregunta de cómo debería ser este vínculo: ¿el maestro integrador favorece la inclusión educativa o genera un vínculo de dependencia que no favorece la autonomía en el niño?
No se trata de que el maestro integrador sea un “bastón permanente”. En primer lugar, no es esa la concepción que debemos sostener como favorecedora de los aprendizajes.
La idea de un dispositivo de ayuda (un andamiaje que se retire gradualmente) es la que subyace a la figura de un profesional docente que favorezca los procesos de inclusión educativa, apoyando al mismo tiempo al alumno y al maestro de aula.
Si hablamos de las barreras al aprendizaje y la participación que impide la inclusión educativa, el maestro integrador debería formar parte de los dispositivos de ayuda (tanto para el alumno como para el decente de aula), así como de las estrategias y los formatos para hallar formas de mediación alternativa que justamente disminuyan dichas barreras. Las ayudas se retirarán gradualmente para propiciar no sólo la transferencia de contenidos o de las estrategias sino también mayor autonomía. La intervención del integrador debería ir desvaneciéndose gradualmente en la medida en que el alumno consiga apropiarse de herramientas que favorezcan su inclusión en tres niveles: relación con la maestra, con sus pares y con la tarea escolar, los contenidos y los formatos semióticos más apropiados.
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Un aula inclusiva es un espacio creado para que suceda el proceso de enseñanza – aprendizaje donde todos se sienten incluidos porque reciben dentro de ella lo que necesitan para su progreso en el aprendizaje de contenidos y valores, y perciben y comprueban que no solo reciben, sino que también pueden aportar.
Realizar adaptaciones curriculares es respetar la diversidad del grupo de aprendizaje. Estas pueden ser:
- Adaptaciones de acceso al currículum: aquí se propone modificar los recursos con los que contamos o bien utilizar nuevos para lograr que los alumnos accedan a los contenidos que les corresponde abordar. Podemos adaptar los espacios (ejemplo, haciendo rampas, sentarlos mas cerca del docente, mejorar la acústica e iluminación del aula, etc.); materiales (por ejemplo, agrandar fotocopias, recortar consignas, suministrar otros materiales, etc.); sistemas de comunicación (uso de sistemas complementarios, alternativos o incremento de la capacidad comunicacional).
- Adaptaciones curriculares propiamente dichas: aquí se propone modificar la currícula común para responder a las necesidades educativas de los sujetos de aprendizaje. Se adaptan objetivos, contenidos, metodología y evaluaciones.
Extraído de EDIBA, Año II Nº 4 ISBN 978 987 583 215 2
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