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No solo sordos tienen problemas para oír: cómo detectar y prevenir
La mitad de los casos de pérdida auditiva se pueden prevenir, alerta la OMS. A continuación presentamos las causas y las recomendaciones para detectar, prevenir y tratar este problema.
Más de 5% de la población mundial – 360 millones de
personas – sufre de cierto grado de discapacidad por pérdida de
audición (328 millones de adultos y niños 32 millones).
Esta pérdida auditiva supone discapacidad cuando
es superior a 40 dB (en el oído que oye mejor) en los adultos y una
pérdida auditiva mayor de 30dB en los niños. La mayoría de estas
personas vive en países de ingresos bajos y medianos y aproximadamente
un tercio de los mayores de 65 años de edad son afectados.
Uno de los principales impactos de la pérdida auditiva
depende de la capacidad del individuo para comunicarse con los demás. El
desarrollo del lenguaje hablado se retrasa a menudo en niños con
sordera, que puede tener un efecto adverso significativamente en el
rendimiento académico.
Sin embargo, cuando se proporcionan oportunidades para
que las personas con pérdida auditiva para comunicarse pueden participar
en igualdad de condiciones con los demás. La comunicación puede ser a
través del lenguaje hablado, escrito o a través de lenguaje de señas.
Pérdida auditiva y sordera
De una persona que no es capaz de oír como alguien con
audición normal – con umbrales de 25dB o mejor en ambos oídos – se dice
que tiene pérdida de audición. Esta pérdida puede ser leve, moderada,
severa o profunda. Puede afectar a un oído o en ambos oídos y puede
suponer una dificultad en oír tanto sonidos fuertes como el habla
coloquial.
El término 'Duro de oído' se refiere a las personas con
pérdida auditiva de leve a grave. Estas personas suelen comunicarse a
través de la lengua hablada y se pueden beneficiar de los audífonos,
dispositivos de audición asistidos y subtítulos. Las personas con
pérdidas auditivas más significativas pueden beneficiarse de los implantes cocleares.
Los 'sordos' en su mayoría tienen hipoacusia -capacidad
auditiva mermada- profunda, que implica muy poca o ninguna capacidad
auditiva. A menudo usan lenguaje de señas para la comunicación.
Causas de la sordera y la pérdida auditiva
Las causas pueden ser congénitas o adquiridas. Las
congénitas, que se peresentan el nacer poco después, pueden deberse a
causas genéticas, sean o no adquiridas, o a complicaciones en el
nacimiento. Entre ellas la rubeola materna, sífilis u otras infecciones
durante el embarazo; bajo peso o falta de oxígeno al nacer, etc.
también, el uso de ciertos medicamentos ototóxicos (perjudiciales para
el oído) durante el embarazo, como los antimalaria.
Las adquiridas pueden presentarse en cualquier momento
de la vida. Enfermedades infecciosas como la meningitis, el sarampión y
las paperas pueden conducir a la pérdida de la audición, sobre todo en
la infancia, pero también más adelante en la vida.
También la infección crónica del oído puede conducir a
la pérdida de la audición. En los niños, la otitis crónica es la
principal causa. También antibióticos o medicamentos contra la malaria,
golpes, traumas, explosiones u objetos introucidos en el oído, ruido
excesivo y el propio paso de los años.
Prevención
Reducir la exposición al ruido es una
estrategia de prevención fundamental. Para ello es importante elevar la
consciencia sobre el uso de protecciones en el trabajo, los decibelios
en locales públicos y el volumen al que escuchamos la música.
Otra práctica debe ser la detección temprana y el correcto tratamiento de la otitis. También,
se requiere inmunizar (vacunar) a las niñas de infecciones como la
sífilis y de la rubeola, antes de que puedan quedarse embarazadas, y
garantizar condiciones para embarazos y partos seguros así como evitando
así causas congénitas.
Por otro lado es necesario evitar el uso de medicamentos ototóxicos, a no ser que lo exija un médico.
El diagnóstico temprano, monitorando
sobre todo a los niños con mayor riesgo o historial familiar es parte de
la prevención pues evita complicaciones.
Detección y tratamiento
La mayoría de las personas que viven con pérdida
auditiva pueden beneficiarse de la detección temprana y un tratamiento
correcto. Esto es especialmente importante en el caso de los niños, ya
que la falta de audición puede afectar a su desarrollo.
Con ellos pueden usarse no solo dispositivos para la
audicion, sino terapia del lenguaje, rehabilitación auditiva y otros
servicios relacionados.
Desgraciadamente, la producción actual de audífonos
cumple con menos del 10% de la necesidad mundial. En los países en
desarrollo, menos de uno de cada 40 personas que necesitan un audífono
tiene uno.
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