viernes, 29 de junio de 2012

PEQUEÑO CUENTO "LUCAS Y SU ESTRELLA" (JUAN MANUEL POSSE)

Una tarde receinte de mayo me tomé un tiempito para usar un poco la imaginación y crear un pequeño cuento en el que pueda verse plasmado el amor, la lucha, pero sobre todo, la esperanza. La historia tiene por protagonistas a un pequeño llamado Lucas y a su enfermera María. Muchas gracias y espero les guste. Dr. Juan Manuel Posse


LUCAS Y SU ESTRELLA.

En el frio hospital de una ciudad lejana, el pequeño Lucas se encontraba postrado en su camita. Ya apenas podía levantar sus delgadas manos para sostener la cuchara con la que su sopa bebía. Sufría una rara enfermedad que había afectado también a sus padres acabando con sus vidas. Estimaban los médicos que era cuestión de días para que también partiera el niño. “! Vamos Lucas, levántate, hoy salió un hermoso sol!”, decía María, su enfermera. Pero cada vez se sentía con menos fuerza, y prefería la soledad de su habitación. Por las noches pequeñas lágrimas reposaban en su almohada. Su sonrisa hacía mucho tiempo se había marchado y sus ojitos grandes ya solo los habría para mirar de noche las estrellas durante un largo tiempo. 

Una mañana fría de agosto, María corrió angustiada a la sala de médicos. El director del hospital la había llamado y no eran buenas las noticias: “lamentablemente los resultados de los últimos estudios son contundentes. A Lucas le quedan solo algunos días de vida. Muchas gracias María por todo lo que hizo por el niño”. Llorando María corrió hasta el cementerio de la ciudad y sobre las tumbas de los padres de Lucas exclamaba una y otra vez “Tanto lo he querido a mi dulce niño, pronto se reencontrará con ustedes”. Septiembre empezaba a vestirse de flores y colores, pero la habitación de Lucas se mantenía siempre igual, fría y oscura. 

Una de esas noches, en las que el pequeño miraba por las ventanas las estrellas, vio una persona, vestida de blanco, acercarse por el jardín del hospital. “María, María, vi alguien afuera en el jardín” grito el pequeño con gran entusiasmo. Rápidamente María se acercó a la ventana y dijo “No hay nadie Lucas”. Pero convencido el niño repetía: “!yo lo vi, yo lo vi, bajó desde aquella estrella que siempre me ha acompañado en mis noches tristes, estaba vestido de blanco y llevaba una gran sonrisa!”. A la mañana siguiente, Lucas le dijo a María: “hoy quiero salir al jardín a ver el sol, ¿me llevas?”. Atónita María, le respondió: “Pero Lucas, tantas veces he deseado llevarte allí y tu nuca lo quisiste, siempre preferiste la oscuridad de esta habitación”. El niño retomó: “Cuando mis padres se marcharon, me dijeron que un día me enviarían un ángel para que cuide siempre de mi. Él estará ahora afuera, en el jardín, junto a las flores y los pájaros”. Sonriendo María respondió: “!si, pero primero te vestiré como un príncipe, te lavaré la cara, te perfumare y te haré el mejor peinado, así el ángel se alegre mucho al verte bien”. María y Lucas salieron de la habitación, los médicos en el pasillo no podían creer lo que veían. “! Miren es Lucas!” gritaban asombrados. 

Llegaron finalmente al jardín, María pregunto: “¿dónde está el ángel?, a lo mejor tuvo que retirarse ya”. A lo que Lucas respondió: “el ángel está ahora al lado mío, eres tú. Me has cuidado siempre, y hasta me vestiste como príncipe hoy”. Con los ojos llenos de lágrimas María pregunto: “entonces, ¿quién era esa persona vestida de blanco que viste anoche bajando desde una estrella y caminando hacia este jardín?”. Abriendo grande los ojos y con la sonrisa más intensa que un niño pudiera tener respondió Lucas: “Ese era otro ángel que venía a llevarme, pero al verte a mi lado sonrió y desapareció pero dejó una carta en aquel banquito…” Sin salir del asombro, María tomó la carta y vio que eran los resultados del último estudio de Lucas, los que confirmaban que la enfermedad había desaparecido. Fundidos en un abrazo, María y el pequeño regresaron a la habitación del Hospital. Desde entonces la felicidad colmó a ambos, Lucas se retiró a casa de sus abuelos y María continuó en el Hospital. Ambos siempre estuvieron unidos, en la misma estrella que todas las noches miraban a la distancia

Juan Manuel Posse 

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